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Compleja Río GrandeCalle Posadas, entre Improvisación y Desidia

Una arteria troncal, que vincula fluidamente dos sectores de la ciudad. Merced a su pavimentación, floreció el comercio, al igual que en su vecina Viedma. Pero, esta vez, la planificación brilló por su ausencia.

Se reavivó la semana pasada en la ciudad de Río Grande un debate que parece renacer cada tanto sin encontrar jamás un final. Se trata de la cuestión del tránsito en la zona norte de la ciudad, o en todo caso en el eje que une a este sector con el centro de la ciudad: la calle Posadas.

Dos décadas atrás, fue la calle Viedma la causante de largas y encendidas discusiones hasta que, finalmente, se definió el sentido único de circulación, a pesar de las protestas de comerciantes linderos que afirmaban que “caerían las ventas”. La realidad demostró todo lo contrario. Viedma es hoy núcleo fundamental de la actividad comercial en la zona, hasta quedar estrecha, desbordada por el tránsito.

Así fue que la pavimentación de Posadas (su paralela a 200 metros de distancia) fue un alivio para todos, permitió descomprimir la demanda de Viedma, siendo -además- una alternativa conveniente en virtud de que permite conectar en forma recta la zona de Chacra II con el microcentro riograndense.

El fenómeno, entonces, se repitió: el comercio se trasladó en parte a la calle que une los barrios Mutual y Buena Vista y su actividad llegó a niveles impensados años antes.

Aventura extrema

Sin embargo, las diferencias se hicieron notar muy pronto. Mientras Viedma fue bien planificada, con veredas anchas, sin desniveles y con todo lo que implica una buena planificación urbana, Posadas es un largo y deprimente muestrario de despropósitos, deficiencias, construcción improvisada e inobservancia de las normas de planificación urbana.

Tal vez por los apuros del oportunismo electoral, Posadas se fue pavimentando a pesar de todos estos defectos constructivos. No se la rellenó antes de asfaltarla y así quedó muy por debajo del nivel de vereda, con todo lo que ello provoca.

A los frentistas poco les importó el tema. Para no complicarse, muchos eligieron no hacer la vereda obligatoria. Otros las construyeron pensando sólo en su conveniencia, en la necesidad para sus vehículos, con rampas deformes, o con escalones que son un peligro mortal para cualquier transeúnte.

Transitar a pie por Posadas, en definitiva, es una empresa épica, de alto riesgo, que se debe efectuar mitad por la vereda y mitad por la calzada, desafiando a los vehículos que circulan casi siempre a exceso de velocidad, desde uno y otro lado.

Si se suma que se ven camionetas estacionadas a 45 (y hasta 90) grados, ocupando media calzada, la calle Posadas termina convirtiéndose en todo lo que no debería ocurrir en materia de convivencia y ordenamiento urbano. El resultado, accidentes que casi a diario ocupan las páginas de policiales.

Los concejales de Río Grande llevan casi tres años discutiendo si con Posadas hay que recurrir a la mano única como solución.

Como siempre habría que recordarles que más importante que dictar nuevas ordenanzas, es hacer cumplir las existentes. ¿Será mucho pedir?