¿Será otra más de las sorpresas de los libertarios de Tierra del Fuego una buena performance electoral el 14 de mayo?
Desde la propia aparición fulgurante de Javier Milei en los medios periodísticos de Buenos Aires, hace unos pocos años atrás, todo fue una sorpresa. Empezando por su peinado, continuando con la vehemencia con la que transmite las ideas y culminando con sus ideas. Todo es una sorpresa, todo es disruptivo, inesperado.
Las encuestas nacionales lo situaron a Milei rápidamente en los mismos niveles que las fuerzas y partidos tradicionales, algunos con más de 100 años de trayectoria. A esos números arribó el economista liberal en cuestión de meses.
Claro que ese exagerado ascenso, tuvo su contrapartida en abruptas caídas, consecuencia directa de su propio discurso que en ocasiones parece escapársele de su propio control. Como cuando propuso legalizar y regular la venta de órganos, o impulsar la tenencia indiscriminada de armas para el común de la población.
Hay vida en Milei
En lo que toca Tierra del Fuego, lo fue su temprana opinión contraria a la continuidad del régimen de promoción industrial que regula la ley 19640, luego tibiamente desmentida, pero encendidamente argumentada, por la contraria, por parte de los libertarios fueguinos.
En Ushuaia, la sorpresa mayúscula la provocó el ingreso a la Estatuyente municipal de un representante de Republicanos Unidos, tal la denominación del partido local que adhiere a la fuerza nacional de Milei, La Libertad Avanza.
Agustín Coto logró, tempranamente en su carrera, incorporar a su currículum como político nada menos que su función como convencional estatuyente en la reforma de la carta orgánica municipal de su ciudad. No es poca cosa, es gran sorpresa.
La semana pasada una nueva sorpresa ofrecieron los libertarios autóctonos. La conformación de listas para participar en los comicios provinciales de 14 de mayo, sorprendió a propios y extraños con la incorporación, sociedad, alianza, comunión, de la alta cúpula de la iglesia evangélica de río Grande.
Una fiel exponente de Hay Vida en Jesús, la periodista y abogada Pro Vida Natalia Gracianía, secundará a Coto en la postulación a la Legislatura. Y la propia pastora de la iglesia, Andrea Almirón, será candidata a la gobernadora. El que buscaba sorpresas, no se decepcionó.



Surrealismo político
Mientras todo esto ocurría en el Sportivo de Río Grande, Ricardo, el hijo del represor, interventor y gobernador tucumano Antonio Bussi, lanzaba su campaña a gobernador de Tucumán en representación de La Libertad Avanza, con un spot publicitario a favor de la libre portación de armas y donde se lo ve a él mismo disparando una, intercalado con imágenes de delincuentes, vándalos y asaltos violentos.
Una campaña en redes del propio Milei, lo encuentra caricaturizado con su peinado a lo Elvis Presely y su sonrisa Full Metal Jacket, blandiendo una motosierra con la que ejecutará el recorte del gasto público, cuando eventualmente asuma la presidencia.
Hay quienes adscriben a la teoría de que la fuerza e incidencia de Milei y sus variopintos libertarios está sobreactuada y sobrevalorada en las redes sociales, pero que luego, a la hora de las urnas, en general la gente suele ser menos intrépida que frente a un teclado. Razonable, pero incomprobable.
Una ascendente dirigente del radicalismo de Río Grande vaticinó otra sorpresa: tanto su partido como la malherida alianza que integra, Juntos por el Cambio, protagonizarán una magra performance en los comicios provinciales. Aventuró que todos los votos que no supieron conseguir, distraídos en peleas públicas de cabotaje, irán a sumar en la columna de los libertarios, sin escalas. Eso también, qué duda cabe, sería una inesperada sorpresa.
Las sorpresas en general son percibidas como placenteras oportunidades de asombro ante algo inesperado, que provoca repentina adrenalina y, por lo general, una consecuente alegría, satisfacción que no estaba en los planes. Es oportuno avisar, para tener en cuenta, que el mismo mecanismo de la sorpresa puede arrojar, con la misma probabilidad, sensaciones y consecuencias desagradables, indeseables, macabras. De las que no tienen retorno.